El deseo de tener a alguien o algo suele ser incontrolable, fuerte, persistente y en ocasiones frustrado. Pero que nadie se engañe, aquellos que lo consiguen todo son los más desafortunados de todos. Seamos realistas, lo fácil no gusta a nadie, no es divertido ni atrayente. Si consiguiéramos siempre lo que queremos, la vida sería demasiado insustancial. Los realmente valientes son aquellos que luchan por el deseo, sin posibilidad alguna de obtenerlo. Aquellos capaces de hacer que el propio deseo sea el premio son los realmente afortunados.
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