A perdonar solo se aprende en la vida, cuando hemos necesitado que nos perdonen mucho

Hablamos de cosas imposibles. Y es un gran error. Puestos a escoger, a mi me gusta más la improbabilidad que la imposibilidad, como a todo el mundo supongo. La improbabilidad es menos dolorosa y suele dejar un resquicio a la esperanza, y a la ética. Y si no recapitulemos, que David ganara a Goliat era improbable pero sucedió. Un afroamericano habitando la casa blanca era improbable, pero sucedió. Nadal desbancando del número uno a Federer, una periodista convertida en princesa, el doce uno contra Malta. La roja ganando la Eurocopa. La roja campeona del mundo. El príncipe Guillermo casándose con Kate. Por eso en cuanto a materia de amor, el amor, las relaciones, y los sentimientos, no se fundan en una razón prudente, por eso no me gusta hablar de amores imposibles, sino de amores improbables.

No eres el típico ni tampoco la excepción. Tienes una sonrisa preciosa. Cuando tu nariz roza la punta de la mía, en ese preciso instante, el mundo se detiene por completo.  

No se nos da bien elegir, por naturaleza intentamos acapararlo todo. No nos gusta tener una cosa y a la vez perder otra, pero lo cierto es que casi todo en la vida consiste en eso.

El destino determina quién entra en tu vida, tú decides quién se queda.

Fue tiempo para no olvidar... la zona mala quiere ahora descansar.

La felicidad está dentro de uno, no al lado de nadie.

Correr. Pasar la vida corriendo. De un lado a otro. Como locos. Siempre con prisas, siempre llegando tarde. Perdiendo aviones. Perdiendo metros. Perdiendo oportunidades. Rompiendo corazones. Triste pero cierto. Somos la raza humana, siempre compitiendo, siempre ganando, siempre perdiendo. Y muy de vez en cuando ganando perdiendo.

No hay que creer en las historias de amor, hay que crearlas.

¿Ves a ese hombre de ahí?

Pasó su vida siendo el mejor amigo y amando en secreto a aquella mujer pero ella amaba a otro que no la amaba sino que trataba de olvidar a otra de la que nunca supo si le correspondía porque jamás tuvo valor para decírselo pensando que vivía feliz con un hombre que creía que la amaba pero que vivió negándose que seguía enamorado de la primera mujer que le había roto el corazón y que había decidido no amar a nadie.

Todos, tenemos el hábito de guardar objetos inútiles, creyendo que un día (no sabemos cuándo) podremos necesitarlos. Tenemos el hábito de ahorrar dinero, pensando que en el futuro podrá hacernos falta. Tenemos el hábito de guardar ropa, zapatos, muebles y otras cosas del hogar que ya no usamos hace siglos.
Y… por desgracia tenemos la costumbre de guardar dentro de nosotros mismos resentimientos, tristezas y miedos.

Dejad de hacerlo.

Es anti-prosperidad. Es necesario crear un espacio, un vacío, para que las cosas nuevas lleguen a nuestras vidas. Es necesario eliminar lo que es inútil en nuestro interior y en nuestras vidas, atrayendo así a la prosperidad. La fuerza de ese vacío absorberá y atraerá todo lo que deseamos. Mientras sigamos guardando cosas viejas e inútiles, material o emocionalmente, no habrá espacio abierto para nuevas oportunidades.

Limpia los cajones, los armarios, el trastero, el garaje. Tira todo aquello inútil. La actitud de guardar un montón de cosas inútiles ata nuestra vida. No son los objetos guardados que estancan nuestra vida, sino el
significado de la actitud de guardar. Cuando se guarda, se considera la posibilidad de falta, de carencia.

Con esa postura, estamos enviando constantemente dos mensajes, al cerebro y a la vida:

1º... NO CONFIAMOS EN EL MAÑANA.

2º... Creemos que lo nuevo y lo mejor NO son para nosotros, ya
que nos contentamos con guardar cosas viejas e inútiles.